Algunos expertos del ámbito de la nutrición y dietética afirman que las vacaciones son un buen momento para plantearse aquellos cambios de hábitos que no nos atrevemos a probar durante el resto del año, fundamentalmente debido al estresante ritmo de vida que llevamos. En sentido contrario, algunos gurús del sector, sostienen que, por definición, los periodos vacacionales son momentos de paréntesis en nuestras vidas y, precisamente por ello, debemos permitirnos entonces aquellos caprichos de los que durante el resto del año no disfrutamos.
Sea cual sea nuestro perfil, la realidad es que las vacaciones siempre acaban, por más que uno se empeñe en lo contrario. Y tras las vacaciones estivales… ¿Qué?
La respuesta es sencilla: sentido común y voluntad para ponerlo en práctica. Y para ello solo recordar aquellas recomendaciones fundamentales que contribuirán a hacernos sentir mejor y a añadir más vida a nuestros años.
Dieta mediterránea incorporando alimentos de temporada:
- Calabaza: En forma de purés, cremas o tartas, la calabaza es tan generosa en propiedades que sirve prácticamente para mejorar todas las patologías. Es digestiva y poco calórica, aporta betacarotenos (provitamina A) y vitaminas C y E que intervienen en la función de la retina y la agudeza visual, sobre todo a nivel de visión nocturna y, además, es rica en potasio, un buen aliado para el control de la tensión arterial. Así, si nos dan calabazas nos lo tomaremos positivamente: nuestra salud lo agradecerá.
- Castañas: De entre los frutos secos, son de los que aportan menos calorías. Tienen pocas grasas saturadas y contribuyen a disminuir el colesterol malo. No contienen prácticamente sodio y, en cambio, son ricas en potasio, por lo que resultan muy apropiadas para el control de la tensión arterial. Además, por su contenido en vitamina C, nos ayuda a aumentar las defensas para luchar contra las enfermedades. Por tanto, bienvenida sea la fiesta tradicional de la castañada que nos permite compartir un poquito de nuestro tiempo con quienes amamos, calentarnos las manos y alimentar nuestro espíritu mientras recordamos a aquellos seres queridos que nos precedieron.
- Boniatos: Aunque se trata de un alimento calórico debido a su composición en azúcares, no aporta grasas y resulta muy saciante, por lo que puede evitar que se coma más cantidad de otros alimentos menos recomendados Además, se digiere con facilidad, es un alimento muy rico en nutrientes antioxidantes (betacaroteno y vitamina C) y con un considerable contenido en hierro, magnesio, fósforo y calcio. Altamente recomendable para quienes padecen hipertensión arterial y para aquellos que tienen colesterol elevado. Resulta también un buen aliado si se desea mejorar la vista y el estado general del intestino. Una buena elección en caso de tos y adecuado para todos los niños. Por todo ello, no dejemos que pase de largo en nuestra alimentación.
- Setas comestibles: Son alimentos “ligeros” ya que contienen entre un 80-90% de agua, prácticamente nada de calorías, son libres de grasa y contienen una cantidad moderada de hidratos de carbono, además de ser fuente de fibra. Aportan también vitaminas del grupo B (B1, B2, B3, B5, B6, B8, B9) y provitamina D y son fuente de minerales, como el cobre, selenio, fósforo, yodo, calcio y potasio, pudiendo contener hierro y zinc en menor cantidad. Su consumo es recomendado para regular los niveles de colesterol y reforzar el sistema inmunitario. Contribuyen al buen mantenimiento de dientes, huesos y mucosas del cuerpo y, por su contenido en yodo, resultan adecuadas para el funcionamiento de la tiroides. Disfrutemos de este grupo de alimentos que presenta, además, grandes posibilidades culinarias.
Aprovechemos todas esas propiedades nutritivas de los alimentos de otoño para renovar y recuperar energías, reforzar nuestras defensas y ponernos apunto para la nueva temporada. Sin duda, una buena manera de hacerlo es respetando la máxima de distribuir nuestra ingesta en 5 tomas diarias: desayuno (que no falten los lácteos, los cereales ni la fruta), media mañana, comida, merienda y cena. Como mínimo en cada comida uno de los alimentos debe ser de temporada, con la premisa de que el alimento elegido, fruta o verdura, sea de nuestro entorno, de la tierra donde vivimos. Y, por puesto, seremos prudentes en las cantidades que vamos a comer.
Abandonar el sedentarismo:
El sedentarismo es uno de los principales problemas que afectan a las sociedades modernas. Son tantas las consecuencias negativas derivadas del mismo que se ha convertido en un ítem a erradicar. Llevar a cabo una vida activa, que incluya la práctica regular de ejercicio físico, ayuda a prevenir la obesidad y las enfermedades derivadas del exceso de peso (diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares…). Andar más o practicar cualquier otro tipo de ejercicio físico aeróbico (nadar, correr) aumenta el uso de la grasa almacenada, además de incrementar la apetencia por los alimentos ricos en carbohidratos (cereales, fruta) y disminuir la de alimentos ricos en grasa.
Así, si durante nuestras vacaciones hemos empezado a practicar alguna modalidad deportiva, es el momento de mentalizarnos para continuar con ella durante el resto del año, organizando nuestra agenda para dedicarle diariamente unos cuarenta y cinco minutos. Si ese no es nuestro caso, tampoco hay excusa. Para empezar de cero es recomendable acudir primero al médico para un chequeo general que nos permita elegir, a partir de nuestra edad, condiciones físicas y preferencias, cuál es la modalidad deportiva que mejor se adaptará a nuestras necesidades.
El objetivo de todo ello no es otro que uno mismo: conseguir un cuerpo y una mente que supere el paso del tiempo con dignidad y salud. Y para ello, invertir esfuerzos en nuestra alimentación y estilo de vida es la mejor opción.
Y, por supuesto, no nos privaremos del magnífico espectáculo que nos ofrece la naturaleza con el cambio de estación. Buscar entornos agradables al aire libre para salir a pasear, ir en bicicleta… solos o en buena compañía observando la maravilla que nos rodea contribuirá, sin duda, a preparar nuestro cuerpo y nuestra mente para afrontar todos los retos que puedan presentarse.